A la llegada de la Compañía de Jesús a Santiago de 1593, como no tenían un local propio, los padres dominicos los acogieron. A medida que prosperaban fueron adquiriendo terrenos en el sector poniente de La Cañada, donde se construyeron una capilla, colegios y la iglesia de la Compañía, estableciendo en los alrededores de la hasta hoy llamada calle San Ignacio. Esta influyente orden dejó huella en la mentalidad de los habitantes de la ciudad, su religiosidad, política, economía y educación, entre otros.